Huella de carbono y Huella hídrica: dos temas que preocupan al agro argentino

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Los beneficios económicos y productivos que está generando la producción agrícola también está provocando efectos severos en la salud del medio ambiente. 

Las exigencias relacionadas al ambiente están creciendo a nivel mundial y esto aumenta las posibilidades comerciales. Sin embargo, el crecimiento productivo está provocando efectos negativos y visibles en el espacio natural.

Ante este escenario, muchas empresas están invirtiendo en sistemas que pueden mediar y analizar sus suelos y cosechas. Un ejemplo de esto es el adoptado por la firma Cacta. La compañía trabaja por lograr procesos sostenibles y rentables. Se dedican a brindar equipos que ayuden a empresas y productores a medir los impactos ambientales en sus campos. 

De esta manera, ofrecen diferentes alternativas y mecanismos para que el agricultor puede conocer los efectos de la huella de carbono en el recurso hídrico mediante un proceso de medición automatizado. 

De esta forma, aquellos productores que cuenten con el servicio podrán posicionar su proyecto en un mercado exigente y demandante. 

La medición de la Huella de carbono y la Huella hídrica

Argentina está desarrollando fuertemente mecanismos que permitan conocer los niveles de huella de carbono e hídrica. En ese sentido, especialistas vislumbran un panorama alentador para que todos los agricultores puedan hacer sus mediciones.

Medir la huella de carbono le proporciona al productor determinados beneficios:

  • Puede ingresar a mercados que exijan esta medición. 
  • Tiene la posibilidad de obtener líneas y tasas de financiamiento. 
  • Puede hacer crecer los porcentajes de ventas.

Teniendo en cuenta las características de los clientes que usan este dispositivo, las economías regionales ocupan un lugar importante. De todos modos, está aumentando el interés de aquellos agricultores de producciones extensivas. 

¿Cómo impacta la huella de carbono en el mecanismo de siembra directa?

Según una investigación realizada sobre el impacto de diferentes cultivos en los índices de huella de carbono, se puede afirmar que conocer los niveles que tiene cada producción es necesario para llevar adelante acciones que apuesten a una producción sostenible. 

En ese sentido, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) está llevando a cabo un arduo trabajo para poder obtener información sobre la huella de carbono en distintos cultivos trabajados bajo el método de Siembra Directa. 

Asimismo, las observaciones buscan calcular los niveles de secuestro de carbono orgánico que se pueden obtener de los suelos. 

Para poder calcular y proyectar los niveles de carbono orgánico. Aapresid calculó la huella de carbono y los resultados de las producciones de distintos cultivos en una superficie amplia que supera las 30 mil hectáreas. 

Para hacer las mediciones, se eligieron producciones de largo plazo, teniendo en cuenta que la materia orgánica fresca se desintegra sobre los terrenos pasado el año. 

Estos modelos productivos permitieron calcular la variación de carbono orgánico a través de índices que posibilitaron evaluar las condiciones de humedad y la presencia de minerales en el suelo.  

El impacto de los cultivos en la presencia de carbono 

El estudio de los resultados alcanzados en diferentes especies de cultivos dio cuenta de una importante variación en relación a los efectos sobre el carbono orgánico, determinado básicamente por las prácticas agrícolas llevadas a cabo y los rendimientos obtenidos: 

Soja y maíz: estos cultivos dieron cuenta de una importante pérdida de carbono. Esta deficiencia puede estar relacionada a la poca cantidad y baja calidad de rastrojo realizado por los cultivos, así como también, la cantidad de tiempo que el suelo estuvo protegido después de la cosecha. 

Por su parte, en el análisis de un lote sembrado con maíz, los cambios en la cantidad de carbono no fueron significativos, demostrando un equilibrio neutro entre el carbono obtenido al principio y al final del proceso.

A su vez, en aquellos terrenos con la presencia de un doble cultivo, como por ejemplo la integración de soja y vicia, se pudo notar un porcentaje balanceado y positivo, demostrando un incremento en los niveles de carbono. 

La presencia de carbono orgánico que pueden tener los suelos agrícolas va a depender de ciertos factores como la cobertura continua de los terrenos y la reducción de residuos. Estos aspectos dan cuenta de la importancia que tiene que se active la siembra de dos o más cultivos sobre una misma superficie. De esta manera se logrará obtener suelos más sanos y capaces de enfrentar las consecuencias generadas por el cambio climático. 

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