En el campo muchas cosas están cambiando. La tecnología ya no es algo lejano exclusivo de ciudades o grandes laboratorios. Hoy forma parte del trabajo diario en el mundo rural. Los productores, ingenieros agrónomos y empresas del sector están sumando herramientas modernas para mejorar los cultivos, cuidar el suelo y lograr cosechas más sanas. Todo esto ayuda a producir más y permite hacerlo de forma más amigable con el ambiente.
Este cambio se ve en el uso de bioinsumos. Muchos productores están empezando a dejar los químicos de siempre para probar alternativas naturales que cuidan el ambiente y trabajan en armonía con el ecosistema. Agro Sustentable viene trabajando desde hace tiempo en esa dirección. Desarrolla productos con tecnologías limpias que fortalecen a las plantas sin dañar el suelo ni afectar la vida que las rodea. Su equipo combina conocimiento técnico con una mirada ecológica que conecta con lo que muchos buscan: producir bien, lograr buenos resultados y hacerlo con responsabilidad.
Los bioinsumos no son una moda pasajera. Se trata de productos que usan microorganismos, extractos vegetales o minerales para proteger los cultivos o ayudar a que crezcan mejor. Funcionan como fertilizantes, controladores biológicos o mejoradores del suelo. La ventaja es que no contaminan, no dejan residuos y se integran con la vida del campo sin alterarla. Agro Sustentable no solo los produce, también asesora a los productores para que aprendan a usarlos y vean los resultados. Esto genera confianza y una forma distinta de pensar el trabajo agrícola.
Pero los bioinsumos no caminan solos. Están acompañados por otras tecnologías que también están cambiando la forma de sembrar, monitorear y cosechar. Las soluciones AgTech que agrupan herramientas digitales aplicadas al agro están marcando una diferencia muy clara. Sensores, drones, imágenes satelitales, plataformas en la nube, aplicaciones móviles, inteligencia artificial: todas estas herramientas se están usando para tomar decisiones más precisas. Lo que antes se hacía a ojo o por costumbre ahora se mide en tiempo real con datos concretos.
Un área donde estas tecnologías están dando muy buenos resultados es el cultivo de pepino. Aunque no siempre se lo asocia con innovación este cultivo tiene muchas particularidades que lo hacen ideal para aplicar soluciones digitales. Es una planta sensible que necesita control de humedad, buena ventilación, seguimiento constante y cuidados específicos frente a plagas. Los errores se pagan caros y las pérdidas pueden ser grandes si no se actúa a tiempo.
Cultivo de pepino con AgTech: más datos, menos pérdidas
Siempre es importante saber qué está pasando con el cultivo en cada momento. Las herramientas AgTech permiten eso. Por ejemplo, los sensores de humedad del suelo avisan cuándo es el mejor momento para regar. Esto evita el riego excesivo que puede pudrir las raíces o el riego escaso, que frena el crecimiento. También hay sensores que miden la temperatura del ambiente, la luz solar y otros factores que influyen directamente en el desarrollo del cultivo.
Además hay cámaras que sacan fotos a las plantas y las comparan con imágenes de cultivos sanos. Si una hoja está amarilla o tiene manchas el sistema lo detecta de inmediato. Algunos usan inteligencia artificial para reconocer enfermedades o plagas en etapas tempranas. Así el productor puede actuar antes de que el problema se extienda aplicando bioinsumos como los que ofrece Agro Sustentable y evitando el uso de productos químicos que podrían afectar la calidad del fruto.
El uso de drones también está creciendo. Con ellos se pueden recorrer hectáreas en pocos minutos tomando imágenes desde arriba que muestran zonas con estrés hídrico, deficiencias de nutrientes o problemas de cobertura. Estas imágenes se cargan en plataformas digitales que generan mapas de calor, alertas y recomendaciones de manejo. Todo eso llega al celular o la computadora del productor que puede tomar decisiones sin salir del galpón.
En invernaderos el control puede ser todavía más preciso. Existen sistemas automatizados que regulan la temperatura, la humedad y la ventilación de forma constante. También se pueden programar riegos por goteo y fertirrigación con sensores que ajustan las dosis según lo que necesita la planta en ese momento. Esto reduce el desperdicio y mejora el rendimiento por metro cuadrado.
El impacto no termina en el campo, también se refleja en lo que recibe el consumidor. Un pepino que fue seguido de cerca con tecnología, tratado con bioinsumos en lugar de productos químicos y cultivado en condiciones bien controladas ofrece una calidad superior. Tiene menos residuos, se conserva por más tiempo, mantiene mejor su sabor y propiedades y resulta más seguro para quien lo consume. Esto representa una ventaja clave especialmente en mercados que exigen trazabilidad y valoran métodos de producción responsables.
Lo que está cambiando va mucho más allá de las prácticas en el campo. Toda la manera de pensar la producción agrícola se está transformando. Ahora se apunta a trabajar con más precisión, cuidar más el ambiente y aprovechar mejor los recursos. Las decisiones ya no dependen solo de la costumbre o del ojo del productor sino que también se apoyan en información concreta, imágenes, herramientas digitales y sistemas que permiten conocer con detalle lo que pasa en cada etapa del cultivo.