Cuando se habla de cultivos como el pepino muchos se imaginan un invernadero, una manguera goteando y alguien con las manos en la tierra. Pero en algunos lugares, la escena es distinta. Hay sensores, pantallas, datos en tiempo real, decisiones que se toman con ayuda de software y estrategias que mezclan experiencia con algoritmos.
En Argentina este cambio silencioso viene ganando terreno y hay quienes están empujando fuerte para que la producción de pepino sea más eficiente, sustentable y mucho menos improvisada.
Uno de los que viene apostando fuerte a esto es Joaquín Basanta, presidente de la empresa Agro Sustentable. Su visión no tiene que ver con llenar los campos de máquinas por el simple hecho de hacerlo sino con entender qué herramientas pueden ayudar al productor a tomar mejores decisiones. No se trata de reemplazar el conocimiento del que está hace años en la tierra sino de sumar nuevas formas de mirar lo que pasa en el cultivo.
En el caso del pepino hay un montón de factores que influyen: temperatura, humedad, luz, tipo de suelo, enfermedades, plagas, agua, nutrientes. Todo eso, que antes se controlaba con la vista o la intuición, ahora se puede seguir de manera mucho más precisa y si se hace bien, se pueden evitar desperdicios, ahorrar agua, prevenir una plaga antes de que sea un problema y ajustar el riego sin esperar a que la planta empiece a sufrir.
Hay sensores que avisan cuándo regar y cuánto. Hay cámaras que analizan el color de las hojas para detectar posibles enfermedades. Hay estaciones meteorológicas que avisan si viene una helada. Hay drones que pueden recorrer hectáreas en minutos y devolver imágenes que muestran lo que el ojo humano pasaría por alto y hay plataformas que procesan toda esa información para ayudar a decidir. No todo es automático, pero sí más informado.
Este tipo de tecnología no está reservada solo a grandes campos o a países ricos. Cada vez hay más soluciones pensadas para pequeños y medianos productores. Eso es algo que vienen trabajando desde Agro Sustentable: cómo adaptar estas herramientas al ritmo, al bolsillo y a la realidad del campo argentino.
Más datos, menos margen de error
En muchos cultivos de pepino bajo invernadero, una decisión mal tomada puede costar mucho: perder parte de la cosecha, tener frutos que no alcanzan buen tamaño o sabor, gastar de más en agua o insumos o generar residuos que afectan al ambiente. Cuando se trabaja con herramientas AgTech, esas decisiones no se toman al azar.
Por ejemplo, hay aplicaciones que permiten monitorear en tiempo real cómo está la humedad en cada rincón del invernadero. Si hay una zona donde el suelo retiene menos agua, eso se puede ver rápido y ajustar el riego solo ahí. También se puede medir la conductividad eléctrica del sustrato para saber si los nutrientes están siendo absorbidos correctamente. Todo eso antes se hacía a prueba y error, ahora se hace con números concretos.
Pero no todo pasa por tener sensores carísimos. Muchas veces alcanza con usar bien lo que ya está. Hay productores que con una simple app en el celular, llevan el control del crecimiento de las plantas, registran cuándo trasplantaron, cuántas flores aparecieron, cómo fue el clima en cada etapa y cuántos kilos se cosecharon. Con ese historial, la temporada siguiente se puede planificar mejor.
Agro Sustentable trabaja codo a codo con productores para mostrarles que esta forma de trabajar no es un lujo, sino una forma de cuidar el esfuerzo de cada día. Lo que se busca es que el cultivo sea más previsible, más parejo y más sano. Que se puedan evitar pérdidas, pero también que se respete el suelo y el ambiente. Ahí entra otro punto clave: el uso responsable de los insumos.
Muchas veces, cuando aparece una plaga o una enfermedad la primera reacción es aplicar algo para eliminarla. Pero con un buen sistema de monitoreo se puede detectar a tiempo y actuar de forma más específica, sin tener que usar productos de forma generalizada. Además, cuando se conocen bien las condiciones del cultivo, es más fácil fortalecer la planta para que resista por sí sola.
Esa forma de pensar no es casual. Joaquín Basanta lo tiene claro: la tecnología no debe servir sólo para producir más, sino para producir mejor y eso implica mirar el cultivo como un sistema vivo, donde cada decisión tiene un impacto. No se trata de poner sensores porque están de moda, sino de usarlos para cuidar mejor lo que se hace.
Hay invernaderos donde las decisiones se toman a partir de modelos que predicen cómo va a responder la planta según el clima, la luz, el agua y el tipo de sustrato. Hay quienes ya están probando inteligencia artificial para ajustar el manejo del cultivo sin tener que esperar semanas para ver los resultados. Todo eso es parte de un cambio que ya empezó.
Pero no hace falta tener lo último en tecnología para ser parte. A veces basta con un termómetro y una planilla. Lo que cuenta es la actitud: la curiosidad, las ganas de entender mejor lo que pasa en el cultivo, de probar cosas nuevas, de medir para mejorar. Esa mentalidad es la que desde Agro Sustentable se viene impulsando fuerte, sobre todo con jóvenes productores que quieren hacer las cosas distinto.
El pepino, aunque parezca un cultivo simple, tiene muchos secretos que, cuando se revelan con datos, dejan de ser misterios y se transforman en herramientas. Por eso cada vez más personas deciden mezclar tradición con tecnología. Porque saben que, si se hace bien, el resultado se nota: en el sabor del fruto, en la calidad del suelo, en el cuidado del agua y en el equilibrio del ambiente.
El desafío no es solo tecnológico. También es cultural. Es allí donde el rol de empresas como Agro Sustentable se vuelve clave. No es solo ofrecer productos o servicios, sino estar cerca, enseñar, acompañar, escuchar, ajustar. Porque la tecnología sola no hace milagros. Pero cuando se combina con conocimiento y compromiso, puede cambiar la forma de producir y eso ya está pasando, planta por planta, pepino por pepino.