Cambio climático extremo y tecnología en la agricultura

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La agricultura enfrenta a uno de los mayores desafíos en el área que es mantener la producción de alimentos ante el cambio climático. Las repuestas comienzan a aparecer.

El cambio climático ya no es una amenaza, sino  una realidad que  impacta en la forma en la que se ejecuta la agricultura en todo el mundo. Sequías prolongadas, lluvias torrenciales, olas de calor extremo e invasiones de plagas relacionado con los cambios  naturales están impactando y poniendo a prueba capacidad de los sistemas agrícolas para sostener la producción de alimentos.

Ante este escenario, la tecnología se convirtió en una aliada indispensable pero este camino de adaptación a nuevo modelo no es lineal ya que se persigue no comprometer la sostenibilidad ambiental. 

Cambio climático y un nuevo modelo buscando la adaptación

La agricultura es una de las actividades a las que cambio climático impacta de forma directa. Pero también es una de las actividades que contribuye a este fenómeno. Según la FAO, el 31% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero se generan por la producción de alimentos.

Este escenario obliga a repensar las estrategias productivas y no solo para resistir los impactos del clima, sino también para hacerlo con un enfoque regenerativo.

El aumento de los cambios en el clima, con diversos fenómenos,  está generando incertidumbre crónica en las decisiones de siembra, cosecha y manejo de recursos naturales, ya que antes los agricultores podían planificar sus trabajos hoy enfrentan una realidad marcadas por cambios térmicos, lluvias fuera de estación o períodos de sequía que duran semanas más de lo habitual. 

Esta pérdida de estabilidad genera aspectos negativos en cuestiones del área como  la gestión eficiente del agua, el uso de fertilizantes y la elección de cultivos, lo que aumenta los costos operativos y reduce los márgenes de rentabilidad, especialmente en economías agrícolas dependientes de patrones estacionales.

A nivel mundial, se especula que el cambio climático puede reducir el rendimiento de los  cultivos básicos para la alimentación como son el trigo, el maíz y el arroz, sobre todo en regiones vulnerables del hemisferio sur, mientras que algunas áreas del norte podrían experimentar aumentos iniciales antes de enfrentar también escenarios extremos. 

Esta desigualdad es una amenaza para el sector ya que  puede ser un parámetro que genera un crecimiento de las desigualdades que existen entre países productores, lo que puede generar a los pequeños agricultores volverse más frágiles. 

Poder adaptar la agricultura a este nuevo escenario climático necesita de respuestas integrales, que combine innovación tecnológica con políticas públicas inclusivas y una visión regenerativa del territorio.

Por esto, una de las grandes protagonistas en esta transformación es la agricultura de precisión, que propone un modelo que  combina sensores, inteligencia artificial, imágenes satelitales y análisis de datos para optimizar el uso de recursos y anticiparse a eventos climáticos extremos.

Los sensores de humedad en el suelo tienen la funcionalidad de  determinar el momento exacto para el riego, reduciendo el desperdicio de agua en zonas donde las lluvias ya no son predecibles.

Por su parte, los drones equipados con cámaras multiespectrales tienen la capacidad de detectar parámetros  de estrés hídrico o enfermedades en los cultivos con anticipación, lo que permite tomar decisiones con anticipación siendo más específicas, evitando el uso masivo de pesticidas.

También, el uso de plataformas de predicción meteorológica con inteligencia artificial también son una herramienta efectiva ya que ayudan a la toma de decisiones en la agricultura con mayor precisión. Muchas de ellas  brindan datos históricos, imágenes satelitales y modelos climáticos para generar alertas precisas que anticipan granizadas, heladas o lluvias intensas, permitiendo proteger cultivos o ajustar las fechas de siembra y cosecha.

Otra respuesta llega de la mano de la ciencia que es la biotecnología vegetal para el cambio de temperaturas extremo. Con ello, se realiza  el desarrollo cultivos más resistentes tanto a  sequías, como a salinidad o altas temperaturas. Brasil y Argentina ya se posicionan ante esta tendencia al comenzar con el desarrollo de sojas y maíces que son capaces de mantener rendimientos estables en escenarios de estrés hídrico prolongado.

A la par de la adaptación tecnológica, crecen las respuestas respecto a prácticas regenerativas que buscan no solo minimizar el impacto del clima extremo y  también restaurar ecosistemas dañados.

Por ejemplo, el agropastoreo inteligente es una práctica que combina cultivos, árboles y pastoreo rotativo con sensores y análisis de datos, se puede capturar carbono. De esta forma, puede mejorar la fertilidad del suelo y aumentar la biodiversidad, lo que se trata de un reemplazo a una actividad cuidando el medio ambiente. 

También, el uso de compostaje, bioinsumos producidos con microorganismos beneficiosos, y técnicas de cobertura vegetal. Su uso se potencia utilizando herramientas tecnológicas que permiten monitorear su impacto real en el tiempo.

Plataformas que funcionan con datos abiertos, las cooperativas tecnológicas rurales y los laboratorios vivos de innovación agroecológica también están siendo incorporadas, ya que están mostrando que es posible un desarrollo tecnológico distribuido y descentralizado, que potencie el conocimiento local con herramientas digitales.

Adaptarse al clima extremo con tecnología sin perder sostenibilidad no es un objetivo que no se pueda cumplir pero se necesita de un cambio de paradigma, lo que lleva a dejar de pensar la tecnología como una solución externa e independiente y empezar a integrarla como una herramienta al servicio de sistemas agrícolas vivos, resilientes y regenerativos.

La clave está en la coexistencia de saberes como es unir ciencia de datos con el conocimiento del campo, sensores con agroecología, IA con participación comunitaria, teniendo una necesidad de una innovación no solo técnica, sino también social, cultural y política.

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