EMPLEO MUNDIAL DEL POROTO DE SOJA

Estimated read time 6 min read

No se aprecia una antigüedad antes de conocer algo de su historia, edad, o el valor que alguien le asigna. Muchos hemos tenido la experiencia al salir de una tienda de antigüedades, sintiendo alta estima por la descascarada taza de la abuela que hemos amenazado con descartar o por el hondo bol pasado de moda depositado como descarte. Pe-ro cuando algo tiene olor a antigüedad, inmediatamente es recuperado y devuelto a su lugar entre las joyas heredadas de la familia.

Una antigüedad genuina

De la misma manera, tal vez debamos sentir mayor estimación por la soja si nos damos cuenta que es una rara antigüedad, empapada del romance del pasado y resplandeciente con las vitales posibilidades del futuro. Ya no es tan sólo un poroto cultivado en China desde tiempos remotos sino un factor vital de la civilización moderna destinado a jugar un papel importante en la guerra y en el mundo de post-guerra. Es una antigüedad con futuro. El conocimiento del hombre común sobre el poroto de soja, si es que tiene alguno, es absolutamente limitado. Es probable que piense que el poroto de soja fue un hobby de Henry Ford o que se trata de algún nuevo poroto milagroso de América. Grandes titulares han descrito un nuevo poroto milagroso, haciendo sugerencias para aplicarlo a la alimentación, vestido, refugio, caucho, o nitroglicerina; sí, literalmente todo eso, por-que el poroto de soja es vital como alimento, para la guerra y en la industria.

El poroto de soja es antiquísimo. No existe documentación sobre sus comienzos como alimento básico; es uno de los cultivos más antiguos del mundo y ya se cultivaba centurias antes de la construcción de las pirámides.

El poroto de soja fue uno de los cinco granos sagrados de China -esencial para la existencia de la civilización china- cantado por los poetas y sembrado con la bendición de emperadores. Muchos mitos del folklore japonés y chino se refieren al origen de este pequeño poroto, permaneciendo vivos a través de los tiempos agregándoles un toque de misterio y romance.

La mitología japonesa cuenta que Izanagi fue enviado desde los cielos para crear las islas del Japón, poblándolas con dioses y diosas terrenales. Los últimos tres dioses que crea lo complacen tanto que nombra a uno de ellos, dios del sol, a otro, diosa de la luna y al tercero, dios de los ma-res. Pero a este último, Susanco, le tenía sin cuidado su acuoso reino y rehusó vivir con las olas. Finalmente, Izana-gi lo defenestra. Susanco, descastado, peregrina. Un diaconado y hambriento, implora a la diosa de la alimentación algo de comer, dándole ella lo que disponía, pero Susanco se disgusta. En su furia, la asesina y da sepultura al cuerpo. Inmediatamente brotan en el lugar cinco plantas: primero el poroto de soja, seguido por la chaucha, el arroz, el mijo y la avena; serán los cinco granos que suministrarán su alimento al imperio japonés.

También atribuimos a los japoneses el dicho: “Si cultivares porotos de soja, produciréis carne, leche y huevos.”

En China, la versión de la leyenda narra que cuando Hou Tsi, dios de la agricultura, quiso dar a su pueblo una comida mejor, cultivó porotos de soja. Estas plantas se desarrollan plenamente y su producción nutre al mundo oriental durante miles de años.

La leyenda china sobre la “savia de vida” relata que una caravana de mercaderes se dirige al norte procedente de su ciudad, transportando un valioso cargamento de oro, plata, joyas y pieles. Un día, al caer la noche son sorprendidos por una banda de asaltantes. Los atacados se defienden lo mejor que pueden, pero transcurrido cierto tiempo sus víveres se agotan. Debilitados, ven ante sí sólo la rendición y confiscación de su valioso cargamento.

En ese momento uno de los integrantes de la caravana descubre una plantita con un pequeño poroto. A falta de otra comida, recoge los porotos, los tritura hasta convertir-los en harina gruesa y confecciona unas tortitas; éstas resultan ser un alimento milagroso que sustenta a la caravana, permitiéndole contener al enemigo hasta la llegada de refuerzos. De ahí en más, los porotos de soja constituyen el sustento del pueblo chino.

El poroto de soja realmente fue una necesidad para Chi-na y Japón. El mundo oriental no hubiera existido sin el, pues fue su principal fuente de carne, pan, leche, queso y aceite. Se lo llamó la carne del pobre, pero pocos de los millones de seres que lo emplearon pueden decir por qué. El coolie solamente sabía que, sin su torta de soja, o poro-tos de soja preparados de cualquier modo, empezaba a sentirse débil, fatigado, o exhausto.

Nuestros recientes conocimientos de la ciencia de la nutrición nos dicen que tal sentirse exhausto se debe a cantidades insuficientes de proteínas completas. China, Japón y Manchuria son países densamente poblados, sus niveles alimentarios son bajos; les resulta imposible disponer de la carne, la leche y los huevos con que cuenta Occidente. Sus principales comidas consisten de arroz y cereales, los que no contienen en sí mismos, suficientes proteínas y elementos protectores para adquirir y mantener un estado de salud óptimo. De ahí que el poroto de soja como rica fuente de proteínas haya sido el secreto durante centurias, la carne del humilde en los países orientales. El poroto de soja salvó esa parte del mundo del hambre; más aún, se ha estimado que aporta la fuente de proteínas para más de la mitad de los habitantes del mundo.

Es natura1 que el poroto de soja esté rodeado de superstición y leyenda. En China, la persona que lleva un collar de porotos de soja disimulado debajo del cuello, atrae hacia sí poderes mágicos y habilidad para realizar hazañas misteriosas y sobrenaturales. 

Relacionado

+ del Autor