Fertilizantes inteligentes y cómo están redefiniendo el cuidado del suelo

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Su uso son parte de la gran transformación del agro. Benefician al suelo, buscando responder a la necesidad del cuidado ambiental.

Una nueva herramienta está transformando la agricultura, en relación con la forma en la que los cultivos acceden a los nutrientes. Se trata de la incorporación de  los fertilizantes inteligentes. Estos elementos, que son de  alta tecnología, están diseñados para liberar nutrientes de forma controlada y adaptativa, para responder a las condiciones del suelo, el clima y las necesidades fisiológicas de las plantas.

Este cambio  mejora la eficiencia agronómica, pero también promete reducir el impacto ambiental de una de las prácticas agrícolas más contaminantes para el medio ambiente.

Esta transformación del agro no puede darse sin el uso de la ciencia en la innovación de insumos. La fertilización tradicional que tiene un componente masivo de nitrógeno, fósforo y potasio (NPK) demostró ser insostenible debido a la pérdida de nutrientes por lixiviación, eutrofización de cuerpos de agua, emisión de gases de efecto invernadero, y baja eficiencia de absorción por parte de las plantas, que genera como consecuencia. 

Por ello, los fertilizantes inteligentes surgen como una solución concreta a un problema estructural, que promete generar un gran cambio en la industria. 

Qué son los fertilizantes inteligentes y cómo cambia al agro convencional

Los fertilizantes inteligentes son una categoría de insumos agrícolas que utilizan tecnologías avanzadas para modular la liberación de nutrientes según factores externos como la humedad, la temperatura, el pH del suelo o la fase de crecimiento del cultivo. 

Pueden estar compuestos con poliméricos, nanomateriales, sensores bioquímicos, o microorganismos específicos que funcionan con la rizósfera logrando una mejora en la disponibilidad de nutrientes.

Existen varios tipos dentro de este nuevo paradigma como los fertilizantes de liberación controlada (CRF) que están recubiertos con membranas que regulan la difusión de nutrientes; los fertilizantes de liberación lenta (SRF), diseñados para degradarse gradualmente mediante procesos químicos o microbianos;  los fertilizantes nanoestructurados, que utilizan la nanotecnología para mejorar la solubilidad y disponibilidad de nutrientes. Y los biofertilizantes inteligentes que  tienen microorganismos  estimulan el crecimiento vegetal mediante señales químicas.

Uno de los beneficios más destacados de los fertilizantes inteligentes es su alta eficiencia en el uso de nutrientes (NUE), siendo que estudios recientes demostraron  que pueden aumentar la NUE entre un 20% y un 80%, dependiendo del cultivo y las condiciones del entorno, en comparación con fertilizantes convencional. 

Es que al liberar los nutrientes en el momento exacto en que la planta los necesita, se evita el desperdicio y se potencia la absorción. Y es por esta precisión que se necesita menos aplicaciones, menor uso total de insumos y una menor huella ambiental. También se disminuye el riesgo de contaminación de napas freáticas y cursos de agua superficiales.

Según la FAO, la contaminación por fertilizantes nitrogenados es responsable de gran parte del deterioro de sistemas acuáticos en el mundo, siendo que el uso masivo e ineficiente de fertilizantes es un problema ecológico, que la innovación tiene la capacidad de revertir. 

Y es por eso que el desarrollo de fertilizantes inteligentes se traduce en que se está frente a un cambio de paradigma en la concepción del suelo como un sistema vivo. 

Tecnologías como los biofertilizantes inteligentes no solo aportan nutrientes, sino que reactivan comunidades microbianas beneficiosas que fortalecen la salud del suelo a largo plazo. 

Asimismo, los avances en análisis de datos y agricultura de precisión dan paso a poder  sumar sensores que monitorean variables clave del suelo y activan la liberación de nutrientes solo cuando las condiciones lo requieren. 

De esta forma, se puede tener una conexión entre las plataformas digitales de gestión agrícola, potenciando una agricultura basada en datos que pueden llevar a tomar decisiones más informadas, y por lo tanto precisas. 

Sin embargo, el costo que se tiene para aplicar estas tecnologías suele ser un problema para que este modelo se expanda por el mundo, ya que estos productos pueden tener un precio alto en comparación con los fertilizantes tradicionales, lo que dificulta su compra para los pequeños productores. 

Otro aspecto a resolver es la falta de conocimiento, ya que para que el uso de fertilizantes inteligentes cumplan su función, deben ser usados con precisión y conocimiento técnico, lo que se traduce a contar con una capacitación constante a técnicos, agrónomos y productores. 

Lo cierto es que el futuro de la fertilización agrícola será inteligente, de la mano de nuevas innovaciones tecnológicas. Los fertilizantes inteligentes  son una tecnología capaz de combinar productividad y sostenibilidad, una necesidad actual. 

Las primeras incorporaciones del uso de estos productos son exitosas y las investigaciones realizadas al respecto dan datos esperanzadores, siendo que se demuestra  que una nueva forma de nutrir la tierra es posible, y que un aspecto de gran importancia incide en dejar que la ciencia trabaje en conjunto con la naturaleza.

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