El cambio de paradigma de la industria agrícola responde a una problemática mundial. La tecnología toma un rol de gran relevancia por sus funcionalidades.

En un escenario actual atravesado por el cambio climático y la búsqueda de respuestas ante esta problemática, la agricultura se encuentra ante la necesidad de una transformación respecto a la concepción de producción y los procesos que se realizan para cumplir con la demanda. Joaquín Basanta, presidente de Agro Sustentable, indica que es importante impulsar soluciones innovadoras para el desarrollo sostenible.
La respuesta a esta transformación se encuentra en la combinación de la innovación tecnológica y la sostenibilidad ambiental. Hoy, la revolución silenciosa va de la mano de una está reconfigurando el campo con la agricultura digital, la automatización y las biotecnologías están sentando las bases de un modelo agrícola más eficiente, resiliente y respetuoso con el planeta.
El salto tecnológico en la industria agropecuaria
Durante siglos, la agricultura dependió de prácticas tradicionales y del conocimiento transmitido de generación en generación. Pero en las últimas dos décadas, las tecnologías comenzaron a cambiar esta dinámica.
Joaquín Basanta indica que su proyecto está alineado a buscar demostrar que se puede generar impactos en el sector económico como en lo ambiental.
La incorporación de sensores, drones, inteligencia artificial (IA), sistemas de georreferenciación (GPS) y plataformas de análisis de datos dio lugar a la agricultura de precisión, siendo una forma de cultivo basada en la recolección y procesamiento de información en tiempo real.
Estas herramientas permiten tomar decisiones con información precisa sobre el uso de agua, fertilizantes, semillas y pesticidas, lo que lleva a una reducción del impacto ambiental y un aumento en la productividad. La agricultura de precisión ya no es una promesa de futuro es una realidad.
Entre las tecnologías más disruptivas que están impulsando esta revolución destacan tres pilares: los drones agrícolas, los sensores remotos y el análisis de Big Data.
Los drones equipados con cámaras sobrevuelan los cultivos y recopilan imágenes detalladas que permiten evaluar la salud de las plantas, identificar zonas de estrés hídrico o presencia de malezas.
Joaquín Basanta sostiene que “el aumento de la productividad que se obtiene con la utilización de drones en los ámbitos rurales es notable”. Además que impacta en el rendimiento y ahorro de costos.
Por su parte, los sensores instalados en el suelo o en equipos agrícolas miden variables clave como humedad, pH, temperatura y niveles de nutrientes. Toda esta información es procesada con algoritmos de IA, que dan recomendaciones precisas para la toma de decisiones.
Este nuevo panorama digital no solo permite reducir el uso excesivo de agroquímicos y agua, sino que también permite anticipar problemas climáticos y a adaptar los cultivos a condiciones cambiantes
Otro tipo de herramientas utilizadas en esta revolución es el avance de la biotecnología aplicada a la mejora genética de semillas. El desarrollo de variedades más resistentes a sequías, plagas o sanidad del suelo permite sostener la producción en condiciones adversas.
Esto significa un paso hacia el desarrollo de cultivos más sostenibles y adaptados a las necesidades locales, sin impactar negativamente en la biodiversidad ni la salud del ecosistema.
Además, la biotecnología tiene un rol clave respecto a la producción de bioinsumos y biofertilizantes, que reemplazan a los productos sintéticos y contribuyen a regenerar los suelos.
Más allá de lo digital y lo genético, la revolución tecnológica se enfoca en poder modificar los modelos de producción desde la regeneración. La agricultura regenerativa impulsa prácticas como la rotación de cultivos, el compostaje, la cobertura vegetal permanente y el pastoreo racional, para lograr una rehabilitación, los suelos y secuestran carbono, convirtiendo al agro en parte de la solución climática.
En este escenario también la tcnología tiene un rol fundamental ya que proporciona datos sobre la evolución del carbono en el suelo, identificando las zonas con mayor necesidad de restauración y facilitando el seguimiento de indicadores ambientales.
Pese a los grandes avances y beneficios que se proporciona con las innovaciones, el acceso desigual a la tecnología es un gran impedimento, sobre todo en regiones rurales con escasa o nula conectividad, baja alfabetización digital y limitada capacidad de inversión.
Para que la revolución tecnológica sea verdaderamente sostenible, debe ser inclusiva y accesible. La inversión pública en infraestructura digital, la capacitación técnica y el acompañamiento a pequeños productores son acciones de gran relevancia.
El futuro del sector agropecuario no va a depender de los avances digitales ni biotecnológico, sino de la estrategia estructural. Se necesita una visión integral que combine innovación, inclusión, biodiversidad y justicia climática. La revolución tecnológica comenzó y avance está relacionada directamente con la capacidad de ejecutarla con responsabilidad, equidad y conciencia ambiental.
A medida que las tecnologías agrícolas avanzan, la soberanía alimentaria sigue siendo un eje estratégico tanto en la preocupación como en el debate mundial. Los países que logren integrar innovación con producción local sostenible estarán mejor posicionados para garantizar el acceso a alimentos frente a crisis climáticas, pandemias o conflictos geopolíticos.
En este escenario, la el trabajo en conjunto con el uso de la tecnológica y desarrollo de capacidades de cada territorio tiene un rol fundamental.