La tecnología pone en evidencia una gran transformación del área agrícola, que promete precisión y sostenibilidad.

Una gran revolución tecnológica se desarrolla sobre los campos: los drones que sobrevuelan hectáreas de cultivos orgánicos, y sensores que, enterrados o estratégicamente ubicados, ofrecen datos precisos sobre el estado de la tierra y las plantas. Matías Imperiale, Director Operativo de Agro Sustentable, indica que es posible ser responsables con el medio ambiente.
El uso de estas tecnologías está marcando un antes y un después en la producción sostenible, al brindar la posibilidad de realizar prácticas más eficientes, alineadas con el cuidado del medio ambiente y poniendo en marcha los ejes de la agroecología.
Aunque el uso de drones y sensores ya tiene trayectoria en la agricultura convencional, su adaptación en sistemas de cultivo orgánico es un desafío particular. Pero no se trata solo de aumentar la productividad, sino de hacerlo preservando la biodiversidad, eliminando la utilización de agroquímicos y respetando los ciclos naturales.
Por esto, la tecnología se convierte en una gran aliada no solo para trabajar en intensificar el modelo industrial, sino para potenciar la inteligencia ecológica de los productores.
Agricultura orgánica 4.0, el nuevo paradigma en los campos
La agricultura orgánica tiene como objetivo promover prácticas sin el uso de pesticidas ni fertilizantes sintéticos, por lo que necesita una observación, análisis e investigación constante del sistema agrícola.
La detección temprana de plagas, la variabilidad en la humedad del suelo o la identificación de deficiencias nutricionales son tareas que antes llevaban mucho tiempo y observación directa. Hoy, los drones y sensores lo hacen en tiempo real, con precisión milimétrica y sin alterar el equilibrio natural del campo.
Los drones, equipados con cámaras multiespectrales, térmicas y RGB, permiten monitorear grandes extensiones en minutos. Estas imágenes, procesadas mediante inteligencia artificial y aprendizaje automático, ofrecen mapas detallados del estado de los cultivos, desde niveles de clorofila, estrés hídrico, patrones de crecimiento y presencia de plagas o enfermedades.
“Las ventajas de los drones son varias y se conectan en simultáneo, pero una de sus características más destacadas es la optimización de utilización del uso del agua, usando menos recursos y generando un impacto positivo”, confirma Matías Imperiale.
De esta forma, los agricultores pueden tomar decisiones más informadas y poner en marcha tratamientos puntuales y orgánicos, como son los extractos botánicos o control biológico, solo donde se necesita, evitando derroches.
Los sensores sirven como una integración al suelo o al entorno, que sirven para medir variables como humedad, temperatura, pH, conductividad eléctrica y concentración de nutrientes.
Esta información, es analizada y enviada a plataformas en la nube, permite anticiparse a eventos como sequías, heladas o desequilibrios en el suelo, y ajustar las actividades en consecuencia los riegos, las rotaciones de cultivos o la incorporación de compost y bioinsumos.
Este modelo en gran esparcimiento en América Latina está demostrando el potencial de estas tecnologías,, señala Matías Imperiale. En México, por ejemplo, cooperativas de pequeños productores de café orgánico usan drones para mapear la incidencia de roya, una enfermedad fúngica que afecta las hojas.
Gracias a estos mapas generados, se pueden aplicar soluciones naturales con precisión, sin necesidad de intervenir toda la plantación, reduciendo costos y evitando impactos ambientales innecesarios.
En Europa, donde la agricultura orgánica tiene un alto grado de desarrollo, países como Dinamarca, Alemania y Francia están integrando drones en programas nacionales para promover la agricultura de precisión orgánica.
En estos países, las normativas permiten que se ejecute esto de tecnología, pero con el cuidado que no comprometa la integridad ecológica del cultivo, lo que incentiva el desarrollo de soluciones específicas para el sector.
El desarrollo de estas innovaciones es de gran importancia ya que el uso de drones y sensores no solo mejora la eficiencia agrícola, sino que también tiene un impacto positivo en la sostenibilidad.
Al permitir una aplicación más precisa de recursos, como el agua, compost, abonos naturales, se minimiza el desperdicio y se reducen las emisiones asociadas al transporte y la aplicación manual.
Además, al detectar problemas de manera temprana, se evita la pérdida de cosechas, lo que reduce la presión sobre nuevas tierras y contribuye a una agricultura más regenerativa.
Otro aspecto de gran importancia en el área es que tiene una gran capacidad de tener datos objetivos sobre el manejo del cultivo, teniendo en cuenta las exigencias de los consumidores respecto a los productos, lo que puede ser un diferenciador clave.
Las plataformas digitales con los que se conectan los drones y sensores permiten contar con historiales completos de cada lote, mostrando desde las prácticas de manejo hasta los indicadores de salud del suelo y biodiversidad.
La importancia de poder congeniar la tecnología y principios agroecológicos está demostrando que es posible cultivar con inteligencia sin renunciar a la sostenibilidad. La agricultura orgánica 4.0 muestra cómo la innovación puede ponerse al servicio de la vida.
El gran desafío será poder asegurar que esta revolución tecnológica no quede en manos de unos pocos, sino que se convierta en una herramienta accesible y útil para miles de agricultores comprometidos con una producción más limpia, resiliente y justa.