A veces el cambio no llega desde los grandes discursos ni desde las grandes ciudades. A veces nace en el campo, entre hileras de cultivos, bajo el sol intenso y la mirada de alguien que realmente cree que se puede producir sin destruir. Joaquín Basanta, al frente de Agro Sustentable, es una de esas personas. No le interesan los títulos grandilocuentes, lo suyo va directo a la tierra. Pepinos orgánicos, sensores, apps, riego automatizado y un objetivo muy claro: hacer del campo argentino un lugar más responsable con el planeta.
Desde hace varios años Agro Sustentable viene trabajando en el desarrollo de prácticas que cuidan tanto el ambiente como al consumidor. Bajo el liderazgo de Basanta, la empresa se animó a fusionar lo mejor de la tradición agrícola con las herramientas modernas de la tecnología aplicada a la agricultura. En los lotes dedicados al cultivo de pepino se nota esa combinación. Los técnicos van con tablets, los productores miran mapas de humedad en sus celulares y los cultivos se ajustan al ritmo del clima gracias a sistemas de riego por goteo que responden a sensores.
Pero detrás de todo eso, lo que empuja el proyecto es una filosofía de producción limpia. El pepino que sale de esos campos no lleva agroquímicos agresivos ni pesticidas que dejen residuos. Se trabaja con abonos naturales con manejo integrado de plagas y con el tipo de responsabilidad que implica pensar en qué se lleva a la mesa de cada familia.
El pepino orgánico y su crecimiento en la Argentina
Aunque el pepino nunca fue el protagonista estrella de la horticultura argentina ha sabido ganarse su lugar, sobre todo en los últimos años. Cada vez más consumidores buscan alimentos frescos, de origen claro y sin químicos. En esa tendencia el pepino orgánico se posiciona como una alternativa muy atractiva. Fresco, liviano, versátil y con un cultivo que puede adaptarse a distintas regiones, este vegetal empieza a escalar en las preferencias de quienes se ocupan de comer mejor.
Las principales zonas productoras están en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza. En Buenos Aires, sobre todo en el cinturón hortícola de La Plata, se concentra una gran parte de la producción destinada al mercado interno. Las condiciones climáticas permiten ciclos continuos y la cercanía con los puntos de distribución facilita la logística. En Santa Fe y Córdoba, en cambio, el cultivo se alterna con otros productos y suele estar acompañado por prácticas mixtas donde el pepino orgánico convive con variedades convencionales. Mendoza, por su parte, aprovecha su experiencia en sistemas de riego presurizado para cultivar pepinos en zonas con menos agua.
Cada lugar tiene su ritmo, su estilo, sus desafíos. Lo que une a todas estas regiones es el interés creciente por transformar los métodos tradicionales en formas más conscientes de producir. Ahí es donde Agro Sustentable entra con fuerza proponiendo sistemas que no sólo sirven para cultivar mejor, sino para entender mejor lo que pasa en cada metro cuadrado de suelo.
AgTech y pepinos: cuando el campo se vuelve inteligente
La tecnología aplicada al agro no se trata de llenar el campo de cables ni robots que anden por ahí. Se trata de usar datos para tomar decisiones más inteligentes. Basanta lo explica sin vueltas cada vez que lo consultan. En el cultivo de pepino eso se traduce en saber cuándo regar, cuánto fertilizante aplicar, cuándo es mejor sembrar y cómo prevenir enfermedades antes de que aparezcan.
Una de las herramientas más útiles es la monitorización de humedad. Con sensores enterrados entre los cultivos, los productores pueden saber exactamente cuánto necesitan regar. No se trata de adivinar ni de seguir rutinas fijas. El riego se ajusta a las condiciones reales, lo que evita el desperdicio de agua y mejora la salud de las plantas.
Otra herramienta importante es el uso de drones y satélites. Parece ciencia ficción pero ya es parte del día a día en muchas fincas. Los drones permiten revisar el estado general de los cultivos sin necesidad de recorrer hectáreas enteras a pie. Desde el aire se identifican zonas con estrés hídrico, posibles plagas o diferencias en el crecimiento.
También se utiliza software que cruza datos climáticos, históricos y de rendimiento para planificar mejor cada campaña. Los productores dejan de depender sólo de la experiencia de campo y suman una capa de inteligencia artificial que los ayuda a predecir qué pasará con sus cultivos.
Todo esto se convierte en una propuesta educativa también. Agro Sustentable no sólo instala sensores sino que acompaña a los productores con capacitaciones, visitas técnicas y asesoramiento personalizado. Se trata de compartir el conocimiento y construir una red de gente comprometida con producir sin contaminar.
Hay algo especial en ver cómo un vegetal tan sencillo como el pepino se convierte en símbolo de cambio. No tiene el glamour de la soja ni los debates de las carnes alternativas pero se ha vuelto una excusa ideal para demostrar que otra forma de cultivar es posible. Basanta lo entiende así y por eso cada proyecto de Agro Sustentable incluye no sólo producción, sino también comunidad.
Con cada campaña se suman nuevos productores al modelo. Algunos lo hacen por convicción, otros porque el mercado lo demanda. Lo cierto es que las prácticas sustentables están dejando de ser una curiosidad para convertirse en parte del ADN del agro argentino.
La tecnología no está reñida con el cuidado del ambiente. Más bien todo lo contrario: cuando se usa con criterio puede ser la mejor aliada y mientras los pepinos crecen bajo el sol, entre sensores y compost, queda claro que hay futuro en el campo. Uno con más conciencia, más datos, menos residuos y mucha más vida.