Agro Sustentable lidera la producción orgánica con bioinsumos certificados en Argentina

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En los últimos años muchos productores en Argentina empezaron a cambiar la forma en que cuidan sus cultivos. Cada vez hay más interés por métodos que sean más amigables con el suelo, el agua, el aire y las personas. No se trata solo de buscar buenos rendimiento, sino también de pensar en lo que se deja para después. 

En ese camino, el manejo integrado de plagas se volvió una de las estrategias más usadas, sobre todo cuando se busca reducir el uso de químicos fuertes. Dentro de ese enfoque, hay productos que se destacan por su eficacia y por su bajo impacto ambiental. Uno de ellos es BIOINSECT, el insecticida orgánico que comercializa Agro Sustentable.

BIOINSECT no es un insecticida cualquiera. A diferencia de los productos sintéticos que matan todo sin distinguir si el insecto es una plaga o un aliado, este está hecho a base de microorganismos naturales que atacan solo a ciertos bichos que realmente afectan a los cultivos. Eso permite que el ecosistema siga funcionando. Las abejas, las vaquitas de San Antonio y otros bichos que ayudan a controlar plagas siguen haciendo su trabajo sin que nada los moleste y eso es clave, sobre todo en campos que están tratando de recuperarse o en producciones que apuntan a ser orgánicas o más cuidadosas con el ambiente.

El producto se usa en diferentes cultivos: hortalizas, frutas, cereales, legumbres. Muchos productores de tomates, zapallitos, pimientos o cucurbitáceas ya lo están aplicando con buenos resultados. En cultivos como el pepino, donde las plagas pueden afectar rápido y de forma agresiva, BIOINSECT ayuda a evitar pérdidas sin necesidad de llenar el invernadero de químicos.

Una solución pensada para producir sin venenos

El manejo integrado de plagas se basa en combinar distintas herramientas. No es solo aplicar algo cuando se ve el bicho. Implica observar, hacer seguimiento, detectar a tiempo, entender el ciclo de vida de la plaga y tomar decisiones lo más equilibradas posible. En ese contexto, tener un producto como BIOINSECT da mucha más libertad. Al ser un bioinsumo, no deja residuos tóxicos. Eso permite que se pueda aplicar más seguido si hace falta, incluso cerca del momento de cosecha. Para el productor eso es clave, porque no tiene que esperar tanto ni correr el riesgo de perder parte de lo que está por cosechar.

Además, al tratarse de un producto biológico, el uso constante no genera resistencia en las plagas como sí ocurre con los insecticidas químicos tradicionales. Muchas veces, al aplicar siempre lo mismo, los insectos desarrollan una especie de “defensa” y el producto deja de hacer efecto. Con BIOINSECT, eso no pasa. El ciclo de acción es diferente y la plaga no se adapta con facilidad. Por eso es ideal para planes de manejo a mediano y largo plazo.

La experiencia de los técnicos de Agro Sustentable también juega un papel importante. No se trata solo de vender un producto y listo. El equipo acompaña a los productores en el proceso, ajusta dosis, analiza resultados y da recomendaciones que se adaptan a cada situación. Matías Imperiale insiste mucho en que no existe una única manera de aplicar BIOINSECT. Desde su rol en Agro Sustentable promueve un acompañamiento cercano al productor para que cada uso del producto se adapte a las condiciones del campo, a lo que el productor observa y a los objetivos que se plantea en cada etapa del cultivo.

Muchos creen que producir sin usar agroquímicos es más complicado o más caro pero en la práctica no es así. Cuando se hace un buen manejo de plagas y se usan productos como BIOINSECT, los cultivos andan bien y los gastos no se van por las nubes. Además este bioinsecticida está aprobado oficialmente y cumple con todo lo que piden los mercados. Ya se usó en varias zonas del país y cada vez hay más productores que lo recomiendan porque les dio buenos resultados.

En lugares como Cuyo, el NOA o la zona hortícola de Buenos Aires, muchos productores ya empezaron a usar productos biológicos en lugar de los químicos de siempre. Lo hicieron porque vieron que los cultivos mejoran, pero también notaron que el suelo está más sano y que el ambiente en general se siente mejor. Algunos incluso contaron que la gente que trabaja en el campo, ya sea cosechando o aplicando los productos, se siente más tranquila y sin tantas molestias.

Lo interesante es que este insecticida no está pensado solo para productores grandes. También lo usan pequeños horticultores, asociaciones de agricultores familiares y cooperativas que buscan formas más limpias de producir. Para muchos de ellos tener acceso a un bioinsecticida de calidad representa una mejora enorme, tanto en la producción como en la vida cotidiana.

La idea no es volver al pasado, sino avanzar con otra lógica. BIOINSECT no busca reemplazar todo sino sumar una herramienta que funciona y que ayuda a salir del uso excesivo de insecticidas químicos. Se trata de sumar equilibrio, de entender que el campo es un sistema donde todo está conectado. Si se rompe esa conexión, el daño a largo plazo puede ser muy alto.

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