La transformación de la forma de producción en la agricultura está alineada con las demandas de la época. Matías Imperiale señala cómo crece este mercado.

La agricultura está una etapa de transformación, para responder a los nuevos desafíos de la actualidad. Se trata de la transición hacia la Agricultura 5.0, una nueva etapa en la evolución del sector que combina tecnologías con insumos biológicos, inteligencia artificial y procesamiento de datos en tiempo real. Matías Imperiale fundador de Agro Sustentable indica que se trata de una tendencia que crece en todo el mundo.
Una de las herramientas claves en este nuevo escenario es la que se consolida como símbolo del cambio: los drones inteligentes que aplican bioinsumos de forma precisa y autónoma.
Esta integración entre biotecnología y robótica representa un paso de gran importancia hacia un modelo productivo más resiliente, ecológico y eficiente, alineado con los objetivos de desarrollo sostenible y con los principios de la economía circular.
El salto hacia la Agricultura 5.0
Si la Agricultura 4.0 introdujo el Internet de las Cosas (IoT), los sensores y la digitalización de los procesos, la versión 5.0 da un paso más al priorizar la autonomía de los sistemas, la toma de decisiones basada en inteligencia artificial y la capacidad de respuesta inmediata ante los distintos cambios en el entorno.
En este nuevo escenario, las herramientas agrícolas se convierte en una red interconectada que además de realizar tareas, sino que aprende, predice y actúa con mayor precisión.
Puntualmente, los drones pasaron de ser dispositivos que solo tomaban de imágenes a convertirse en dispositivos activos de intervención sobre el campo, gracias a la posibilidad de aplicar bioinsumos de manera dirigida y según necesidades detectadas en tiempo real.
Los bioinsumos agrícolas son productos que son realizados con microorganismos benéficos, extractos vegetales y otro tipo de componente de origen biológico. Con este tipo de productos se busca impulsar el crecimiento vegetal, controlan plagas y enfermedades o mejoran las condiciones del suelo sin generar impacto negativo.
A diferencia de los agroquímicos tradicionales, los bioinsumos no generan residuos tóxicos, no afectan negativamente la biodiversidad y fortalecen la salud integral del agroecosistema.
Este tipo de insumos no solo es esencial para los productores orgánicos, sino también para cambiar los sistemas convencionales que buscan reducir la huella ambiental sin sacrificar rendimiento.
“La tendencia tanto regional como mundial de producir de una manera más amigable con el medioambiente y los bioinsumos, la verdad es que hacen un match perfecto”, afirma Matías Imperiale.
Sin embargo, su eficacia está directamente relacionada con la precisión en la aplicación, ya que muchas veces requieren condiciones ambientales específicas y medidas exactas para potenciar todo su potencial.
Hasta hace pocos años, la aplicación de bioinsumos necesitaba equipos terrestres o avionetas, con altos costos operativos altos y que no prometía la precisión deseaba, lo que era una barrera para su implementación masiva.
Pero llegó la respuesta que se necesitaba, y que marcaría un gran cambio en el área: los drones agrícolas con inteligencia adaptativa. Hoy es posible contar con vehículos aéreos no tripulados (UAVs) que cuenten con sistemas de visión multiespectral, GPS, sensores de humedad y temperatura, y capacidad para interpretar mapas de calor del cultivo.
Estos drones procesan datos de forma local o en la nube, que se pueden cruzar información meteorológica con registros históricos del lote y ajustan en tiempo real la dosis de bioinsumos a aplicar.
Algunas versiones también tienen la capacidad de detectar focos de estrés biótico o abiótico lo que permite actuar de inmediato con la aplicación de microorganismos específicos para el problema detectado, minimizando desperdicios y mejorando la respuesta biológica de los cultivos.
Entre los beneficios que generan la agricultura 5.0 se destaca la reducción del uso de agroquímicos y menor contaminación de suelos y aguas; ahorro de insumos por la aplicación precisa y localizada; disminución de la compactación del suelo; mejora del rendimiento agrícola sostenido en el tiempo, por la mejora en la salud del suelo y la biodiversidad funcional y acceso a mercados premium, entre otros.
“El mercado de bioinsumos crece año a año y el de orgánicos lo hace a una tasa anual del 20%”, señala Matías Imperiale sobre cómo el uso de esta nueva propuesta crece en todo el mundo, en búsqueda de incorporar productos que sean amigables con el medio ambiente.
Hablar de la Agricultura 5.0 no es solo referir a un avance tecnológico, sino también es un paso hacia un cambio cultural, ya que requiere repensar las prácticas agrícolas desde una lógica de inteligencia colaborativa entre el productor, el ambiente y la tecnología.
Los drones que aplican bioinsumos según datos en tiempo real son apenas un capítulo de esta transformación, pero uno decisivo. Frente a un futuro atravesado por el cambio climático, la presión sobre los recursos naturales y la gran demanda de alimentos sanos, sostenibles y trazables, esta alianza entre biotecnología y automatización representa una herramienta clave para cultivar de manera más sabia, más verde y más inteligente.