Cada vez se habla más sobre el daño que la actividad humana le causa al planeta. Hay sequías, inundaciones, incendios, cambios de temperatura muy marcados, suelos agotados y especies que desaparecen. Por eso existen planes como la Agenda 2030 que fue creada por las Naciones Unidas y que propone una serie de objetivos para mejorar la vida de las personas sin seguir destruyendo el ambiente.
Dentro de estos objetivos se encuentran cosas como proteger el agua, usar energía limpia, fomentar el trabajo digno y cuidar los suelos.
A veces estos planes suenan lejanos como si fueran solo para gobiernos o grandes empresas. La realidad es que también hay personas comunes, productores rurales, emprendedores y empresas que trabajan todos los días para que sus prácticas sean más responsables y sostenibles. Un caso interesante es el del empresario Matías Imperiale, cofundador de la empresa Agro Sustentable. Él y su equipo decidieron que no querían seguir con los métodos clásicos que dependen de químicos pesados, fertilizantes sintéticos y manejos agresivos. Apostaron por otra forma de hacer agricultura: más natural, más limpia y sobre todo más conectada con la salud del suelo y las personas.
Una de las producciones que más se destaca dentro de su proyecto es la de pepinos orgánicos. Puede parecer algo pequeño o simple, pero detrás de un cultivo orgánico hay una forma distinta de ver el campo y su impacto. Producir sin agrotóxicos, sin químicos artificiales y sin dejar residuos es un camino que no todos eligen porque lleva más trabajo, más paciencia y más compromiso. Sin embargo el resultado va más allá del fruto: se mejora la calidad del suelo, se protege la biodiversidad del lugar, se cuida el agua y se ofrece un alimento mucho más sano.
El impacto ambiental de la agricultura tradicional está más que probado. Hay contaminación de ríos, pérdida de nutrientes, uso excesivo de agua, degradación de los suelos y emisiones de gases que empeoran el cambio climático. Por eso resulta tan valioso que haya personas y empresas que se animen a cambiar la forma de producir aunque eso implique más desafíos. Agro Sustentable entiende que la tierra no es una máquina y que si se la maltrata, en algún momento deja de dar. Por eso eligen prácticas que acompañan los ciclos naturales que respetan los ritmos del suelo y que no dependen de químicos para producir más.
Un modelo de producción que respeta la vida
La producción orgánica de pepinos que lleva adelante Matías Imperiale junto a su equipo es un buen ejemplo de cómo se puede cumplir con los objetivos de la Agenda 2030 desde un lote, una huerta o una pequeña empresa. Ellos no buscan hacer las cosas rápido ni a cualquier costo sino producir con respeto por el ambiente. Este tipo de cultivo no solo evita contaminar el agua y el suelo sino que también cuida la salud de quienes trabajan la tierra. Muchos agricultores que usan productos químicos están expuestos a sustancias que les pueden causar problemas graves, y ni hablar de las comunidades que viven cerca de zonas fumigadas.
El enfoque de Agro Sustentable tiene impacto en muchos niveles. Primero en lo ambiental porque protege el ecosistema. Segundo, en lo social porque cuida a los trabajadores rurales y tercero, en lo económico, porque genera valor a través de un producto distinto, más saludable y cada vez más buscado por quienes quieren comer mejor.
La Agenda 2030 no es solo un conjunto de ideas. Es también una guía que invita a repensar cómo vivimos, cómo producimos, cómo consumimos y qué mundo estamos dejando a las próximas generaciones. Dentro de sus metas se encuentran la producción y el consumo responsables, la acción por el clima y la protección de los ecosistemas terrestres. Cultivar pepinos de manera orgánica, sin dañar el ambiente, puede parecer poco en el panorama global pero en realidad es parte de una transformación mucho más grande. Cada acción suma y cuando se multiplican, generan cambios reales.
Muchas veces se cree que la sustentabilidad está asociada al freno o a la pausa. Como si cuidar el ambiente fuera sinónimo de producir menos o generar menos empleo. Pero casos como el de Agro Sustentable demuestran lo contrario: sí se puede producir, generar trabajo, crecer y al mismo tiempo cuidar el entorno. Lo que hace falta es cambiar el enfoque, salir de la lógica del “más rápido y más barato” y entrar en una visión que mire el largo plazo. Porque si la tierra se agota no hay crecimiento posible. La productividad sin responsabilidad no sirve.
Aunque pueda parecer que un pepino no cambia el mundo la forma en que se cultiva sí lo hace. Si se lo produce respetando el suelo, sin venenos, con métodos naturales y cuidando cada recurso, entonces ese alimento no solo nutre a quien lo consume, sino también al sistema que lo rodea. Así se construye una cadena distinta que no se basa solo en ganar dinero sino en generar bienestar en varios sentidos.
La Agenda 2030 es una hoja de ruta que muchos siguen desde grandes organismos pero también desde proyectos chicos, desde chacras, huertas y empresas como Agro Sustentable y cuando esa hoja de ruta se camina con acciones reales no queda solo en el papel. Se vuelve práctica, se vuelve alimento, se vuelve esperanza. Porque cuidar el planeta también puede empezar por cómo se cultiva un pepino.